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Arquitectos: Cabrera Arqs
- Área: 65 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Tamara Uribe
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Proveedores: AutoDesk, Predecon
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La Capilla de la Tierra se encuentra en el límite entre un desarrollo habitacional campestre y un pueblo del interior de Yucatán. Sin querer imponer un hito religioso que fuese parte del desarrollo habitacional y si un punto de encuentro para todos los residentes de la zona, la capilla se mimetiza, desaparece del paisaje inmediato actuando como un elemento limítrofe entre los dos sistemas territoriales
La Capilla es ecuménica, nace del deseo del desarrollador para darle servicio a la comunidad formada por miembros de diferentes creencias religiosas. Está destinado a ser un lugar de reflexión, silencio y oración, además de tener un contacto intrínseco con la naturaleza. La llegada a la Capilla está precedida inicialmente con un marco de concreto que permite visualizar una larga caminata en una pendiente poco pronunciada y escoltada con árboles de Chaka, un camino que parece llevar a la profundidad de la tierra, dejando expuestas sus paredes en las cuales las texturas naturales invaden las ranuras de las capas del tiempo y al final un espacio donde disfrutar el silencio y los sonidos de la naturaleza.
Una vez terminado el recorrido, la Capilla te recibe con una losa de concreto que va de lado a lado de las paredes como un plano que se asienta en los muros de piedra; es una losa de bóvedas de medio punto, que hace referencia conceptual a las iglesias y construcciones coloniales de la zona, los materiales son rústicos, siempre buscando la relación más puntual con la naturaleza, dos filas de bancas estrechan el camino para enmarcar el espacio más importante: El Altar.
El segundo espacio, el principal, el Altar, pareciera que es el final de una caverna con la bóveda abierta creando una ventana al cielo.
Al final de la caverna se encuentra un cuerpo de agua, haciendo referencia a los cenotes que se forman como parte de algún río subterráneo de los muchos que tienen su recorrido en el subsuelo de la península. Esto genera todavía más una sensación de aislamiento y reflexión, brindando el espacio ideal para encontrarse con uno mismo.
“La Capilla de la Tierra” fue diseñada para ser interpretada libremente por el “orador". No pretende imponer una lección de espacio, al contrario, invita a adueñarse de la misma dependiendo del momento, del clima, la luz y el tiempo.
Por lo tanto, la interpretación del espacio arquitectónico varía y crea expectativas y conclusiones diferentes.
Solo dos elementos se imponen en el contexto, primero el “marco” de la entrada que sirve como reinterpretación del atrio, donde se inicia el recorrido al interior de la capilla y donde poco a poco el “orador” se va desligando del ambiente exterior. El otro es una “cruz” a nivel del terreno al borde del vacío, que reinterpreta un cenote, y esta calada en placas de concreto prefabricado que permiten identificar desde lejos la vocación del espacio.